Tres años atrás, Varona y su madre abordaban una lancha que los llevaría a la costa de la Florida y dejaría atrás sus vidas como las concebían. Abrazaban la esperanza de un futuro nuevo, pero renunciaban hasta quién sabe cuándo a su familia y a la tierra que los vio nacer: Cuba.
Y eso que se dice tan fácil, pero que pesa tanto, llegó por el desespero de un joven de 24 años que añoraba ser beisbolista profesional; la situación social de su país lo agobiaba a más no poder.
Sin embargo, el destino tenía reparado el más surreal de los regresos a su país para Varona.
Es algo que nunca pensé cuando salí de Cuba, regresar en tan poco tiempo, y no solo regresar, sino de poder jugar pelota en Cuba de nuevo. Yo pensé que para mí eso nunca iba existir”, dijo en su momento a ESPN.
La decisión de incluir al único jugador que no hace parte del primer equipo la tomó el entrenador de los Tampa, Kevin Cash, pero la iniciativa fue de peloteros estelares como Evan Longoria y Chris Archer.
“Cuando llegamos aquí y vimos la reacción de la familia de Dayron Varona, hizo que todo valga la pena”, dijo Cash al portal de los Rays.
Y es que ese justo momento en que Varona se encontró con su familia dejó a todos con las lágrimas asomadas en los ojos. Un abrazo con su sobrina contenido durante tres años fue la imagen más emotiva de esta gran historia. “Es algo que da mucha emoción, pero a la vez es muy doloroso”, dijo el pelotero a su llegada al hotel, como lo registró Cibercuba.
Varona, un símbolo del restablecimiento
El 20 de julio de 2015 la bandera de Cuba volvía a ondearse en la embajada de ese país en Washington tras más de medio siglo. Las relaciones entre ambos países se restablecieron y poco después se conoció que Barack Obama visitaría la isla en marzo de 2016.
En el itinerario de la visita habría un partido entre un equipo de la Liga Nacional de Béisbol de Estados Unidos y la Selección de Cuba. La elección del equipo se llevó a cabo el 14 de noviembre de 2015 en las oficinas de la MLB en Pak Avenue, en Nueva York; la suerte decidió que serían los Tampa Bay Rays, como lo registró As.
Para ese entonces, Dayron había firmado un contrato de ligas menores con el club y apenas a comienzos del 2016 fue invitado al campamento primaveral con el primer equipo. La sorpresa vino la segunda semana de marzo, cuando fue informado que él haría parte de la delegación que viajaría a Cuba para el histórico juego.
Pero lo surreal no acaba aquí. No solo su equipo fue elegido entre los 30 que conforman la MLB para este histórico juego; no solo él fue el único jugador de las inferiores en ser llevado; no solo regresó a la isla antes de lo esperado y por la puerta grande. De acuerdo con Baseball de Cuba, también será inicialista y sentirá lo que es jugar béisbol de nuevo en su tierra, esa que dejó cuando jugaba en la Serie Nacional Cubana y ganaba apenas 4 dólares al mes.
El estadio Latinoamericano de La Habana verá a partir de la 1:30 de la tarde hora cubana (12:30 hora colombiana) a un hijo repatriado por los coqueteos del destino.
Varona entrará al juego como símbolo del restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE. UU., bajo la mirada de Raúl Castro y Barack Obama desde las tribunas. Pero también como representación del centenar de cubanos que abandonaron la isla y cruzaron el Estrecho de Florida, arriesgando sus vidas, para ser peloteros de las Grande Ligas.
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