El primer equipo de atletas olímpicos independientes se presentó en Barcelona 1992, integrado por atletas yugoslavos y macedonios, cuyos países no podían participar de los Juegos debido a la guerra de los Balcanes.
24 años más tarde, dos sirios, cinco sudaneses, dos congoleses y un etíope conforman la primera delegación de refugiados en una Olimpiada. Ellos son:
Yonas Kinde – Maratón
Tiene 36 años, huyó de Etiopía hace 5 y vive en Luxemburgo.
James Nyang Chiengjiek – 800 metros
Tiene 28 años. A los 13, huyó de Sudán “para evitar ser secuestrado por los rebeldes que reclutaban por la fuerza a niños soldado”, relata Acnur. En el campamento de refugiados de Kenia se acercó al atletismo.
Yiech Pur Biel – 800 metros
Abandonó Sudán en 2005 y fue acogido por Kenia, la mayor cantera de corredores de largo aliento del planeta. Tiene 21 años.
Rose Nathike Lokonyen – 800 metros
También huyó de la guerra sudanesa hacia Kenia. Hace un año la invitaron a participar en una carrera de 10 kilómetros y terminó segunda:
Nunca me había entrenado. Era la primera vez que corría y terminé segunda”, cuenta con una sonrisa. “¡Estaba muy sorprendida!”
Anjelina Nadai Lohalith – 1.500 metros
Tiene 21 años, hace 15 no ve a sus padres, desde que huyó de Sudán. También descubrió su potencial atlético en el campo de refugiados de Nairobi, Kenia.
Paulo Amotun Lokoro – 1.500 metros
El quinto sudanés del equipo. Pasó de pastor ganadero en su país a refugiado —y atleta— en Kenia.
Yusra Mardini – Natación
Como miles de sirios en el último año, huyó rumbo a Europa en un bote. “Durante aquella tarde, que finalmente fue noche, ella, su hermana y otros dos jóvenes se sumergieron en el agua fría del mar Mediterráneo para llevar la embarcación a tierra firme”, reseña Infobae. Duró más de 3 horas y media en el agua. Tiene 17 años y vive en Berlín, Alemania.
Rami Anis – Natación
Oriundo de Alepo, Siria, es quizá el más experimentado de los 10 refugiados. Su tío era nadador profesional y lo entrenó desde niño. Por la guerra, emigró a Turquía, país que tuvo que abandonar por falta de nacionalidad. Se fue a Grecia y ahora vive en Bélgica.
Pipole Misenga y Yolande Mabika – Yudo
La guerra del Congo los obligó a abandonar su hogar cuando apenas eran niños. Sus historias son similares: conocieron el yudo, pero su entrenador los explotaba y lo dejaba encerrados y sin comer cuando perdía una competencia, cuenta Acnur. Participaron en los Campeonatos del Mundo de Río en 2013 y, cansados de los abusos, pidieron asilo en la próxima ciudad olímpica.
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