Hasta ese momento, el gol más importante de Colombia en su historia había sido el de Freddy Rincón a Alemania, un 19 de junio de 1990. Tras un pase magistral del ‘Pibe’ Valderrama, el entonces volante del América de Cali remató por entre las piernas de Bodo Illgner.
Ese gol no solo significó que Colombia fue el único equipo que Alemania no pudo vencer en ese Mundial, sino el pase histórico de la Selección por primera vez a unos octavos de final del torneo más importante del mundo.
A partir de allí ese gol, ‘el gol de Rincón’, se volvió un mito en las generaciones venideras. Muchos crecieron con el recuerdo borroso de la celebración de Rincón con los puños apretados y una sonrisa consagratoria. Ese gol le daba vida al dicho “todo tiempo pasado fue mejor” para muchos hinchas que veían cómo la Selección fracasaba en su intento de avanzar a los Mundiales de 2002, 2006 y 2010.
Hasta ese momento, muchos vivían del famoso ‘gol olímpico de Marcos Coll’, el único en el registro de las Copas del Mundo, en Chile 1962. Pero la irrupción del tanto de Rincón lo borró todo, hasta el 28 de junio de 2014.
Ese día, en cabeza de una generación plagada de estrellas y de futbolistas profesionales en todo el sentido de la palabra, James David Rodríguez le dio vida al gol que marcó a una generación y, quizá, a las venideras.
James recibió de la cabeza de Abel Aguilar un balón que arrulló en su pecho, para luego patearlo con la fortaleza y calidad de quien está destinado a hacer historia. Ese balón fue a parar al travesaño de un vencido Fernando Muslera que por más que voló fue incapaz de dañar la obra de arte.
El tanto de James, sumado al segundo que marcó con la derecha, significó que Colombia clasificara por primera vez a los cuartos de final de un Mundial. De nuevo nació un mito, un nuevo ‘gol olímpico de Marcos Coll’ y otro ‘gol de Rincón’: ‘el gol de James a Uruguay’.
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