“Y es de esperarse, porque la competitividad que estos actores traen desde precios, diversidades de portafolio y otras variables, son difícilmente igualables por el mediano y pequeño tendero”, dice Sinnetic, citado por la revista Dinero.
Para Sinnetic, el modelo de los descuentos duros (D1, Justo & Bueno y Tostao), por no ser asociativo ni franquiciable, genera inequidad, pues las ganancias van “al bolsillo de pocos, evitando a muchos hacer prosperar sus negocios”.
Según Sinnetic, si la competencia fuera ‘lineal’ (término no explicado) contra las grandes superficies (supermercados estilo Éxito), estaríamos frente a una competencia “resonante y benéfica”.
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El hecho es que las tiendas de descuentos duros son una competencia tanto para las grandes superficies como para las tiendas de barrio, pero tanto como para que vayan a acabar con ellas es exagerado.
Otra reciente investigación de Kantar Worldpanel dice que la tienda de barrio es un formato comercial que no pasa de moda… “este canal tuvo una participación de 42% en el mercado entre enero y junio (de 2017), y en promedio, cada consumidor acudió a un establecimiento 71 veces durante este periodo y gastó $9.000 en cada visita”, reseña La República.
El periódico agrega en la misma edición un estudio de la firma Nielsen donde destaca características de las tiendas con las que no han podido competir ni los negocios de descuentos duros ni las grandes superficies (supermercados estilo Éxito): el trato personalizado del tendero, los domicilios, la posibilidad de crédito (el pago en la quincena vecino) y también precios bajos.
“Existe un gusto del colombiano por entrar a la tienda de barrio y encontrar a alguien que personalice su servicio”, dice Juan Ernesto Parra, director de Fenaltiendas, citado por La República.
Las tiendas de barrio son, además, uno de los grandes canales de distribución de las industrias de alimentos en Colombia.
La otra cara del supuesto efecto negativo de las tiendas de descuento duro es el gran beneficio que ofrecen a los consumidores. Ahí gana el que dé más por menos.
A ese consumidor no le importa nada si se llama gran superficie, tienda de descuento duro o tienda de barrio. Tampoco le importa si es un modelo asociativo o por franquicia.
Acude a la que le dé más por menos: y no necesariamente solo bienes… también buen servicio.
Hay que señalar también que, según el director de Fenaltiendas, tiendas como D1 se convirtieron en una oportunidad para los tenderos porque muchos de ellos acuden a estas tiendas para abastecerse y ya las consideran como sus propios proveedores con precios más atractivos.
La crítica del estudio de Sinnetic tampoco menciona que los modelos de grandes superficies, a los que no ataca, no son franquiciables ni tienen estructuras asociativas. Además, sus ganancias van al bolsillo de unos pocos. ¿Por qué eso es malo en las tiendas de descuento y no en las grandes superficies?
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