Como pasa en muchas de las principales ciudades del mundo, los provenientes de ese país asiático buscan la forma de hacer su negocio, a como dé lugar. Incluso, en lugares importantes del mundo como Nueva York, en Estados Unidos, y Sídney, en Australia, un barrio completo es aprovechado para hacer lo que más les gusta: la plata.
La polémica en Bogotá tiene varias miradas. La primera de ellas enfocada hacia cómo funciona el negocio realmente, cuánto invierten en el país y pagan de impuestos para ganarles terreno a los comerciantes nacionales, en el caso de los que se ubican en San Victorino.
Según contó uno de los líderes chinos al diario El Tiempo, pagan muy buenos arriendos a propietarios colombianos a través de transacciones legales y en notarias. Son tan prósperos sus negocios, que se dan el lujo de pagar un mes de arriendo por 15 millones de pesos, el doble de lo que puede pagar una persona con nacionalidad colombiana.
No hay escrituras, ni promesas de compraventa. No quieren dejar rastro de quién está detrás”,
comentó a ese medio una empresaria sin revelar su identidad.
Incluso, esta semana se conoció que se dio una millonaria transacción por una bodega de la calle 10 con 10 que superó los 3.000 millones de pesos en efectivo, sin contar el pago del arriendo que asciende a los 180 millones.
La mercancía la traen en contenedores provenientes de su país. Lo paradójico del tema es que no incurren en ningún acto ilegal, su gran activo es la plata, comprar al por mayor y darse el lujo de cobrar a precios muy bajos por cantidad.
Sin embargo la denuncia de algunos de los comerciantes en el centro de Bogotá es que los chinos no están diciendo la verdad porque ellos no compran, ni invierten en el país.
Simplemente dan unos incentivos grandísimos, estoy hablando de millones de millones, y vienen y compran dos o tres prendas y van y las copian en China, con mano de obra china, con manufactura, con industria, y en 20 días tienen invadido el comercio en San Victorino, engañando al consumidor final”,
aseguró a W Radio, Yansen Estupiñán, líder en el centro comercial el GranSan, en el centro de la capital.
Los comerciantes están disgustados, además, porque los productos que venden los chinos son mucho más baratos que los colombianos. Según Estupiñán, los asiáticos no son tan legales como se hacen ver y muestra de ello es que la Policía y otras autoridades les han incautado 22 mil millones de pesos en mercancía de contrabando.
Los chinos, por su parte, se defienden y dicen que todo es legal, que no son ninguna mafia. Es tal el poder que tienen, que cuentan con más de 20 bodegas y locales en San Victorino, según ese mismo asiático, citado por El Tiempo.
Hace 20 años San Victorino era ilegal, sucio, feo, estaba infestado de delincuente, sin espacio público y la calle del Cartucho nos tenía estigmatizados. Y ahora, que lo recuperamos, ¿se convertirá en el barrio chino de Colombia?”,
cuestionó Estupiñán a ese mismo diario bogotano.
Nota: La versión inicial de esta información contenía algunos errores que fueron corregidos gracias a las observaciones de los lectores.
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