Dos de ellas son Me-Coin y Onecoin, que fueron señaladas por las autoridades colombianas como negocios que no están regulados y que ya dejan varias víctimas.
En el caso de la primera, fue descubierta hace varios días en Medellín por tener relación con una estafa de 300 millones de dólares, que fue denunciada por alrededor de 150.000 de sus clientes, explica revista Dinero.
Para hacerse una idea del poder de estafa que logró Me-Coin al intentar convertirse, supuestamente, en un club de la llamada moneda virtual con promesas de una alta rentabilidad para sus usuarios, las cuentas apuntan a que los afectados invirtieron entre 400.000 pesos y 100 millones de pesos. La promesa, como hace varios años con DMG, era duplicar el valor invertido en poco tiempo.
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De acuerdo con W Radio, esta empresa ofrecía rentabilidades hasta del 50 % mensual en Bitcoins. Sin embargo, ahora desapareció y alrededor de 4.000 personas fueron estafadas.
Pero, ¿quiénes son los responsables de la ‘tumbada’? Según ese medio radial, los nombres señalados de liderar Me-Coin son Juan Carlos Olaya, un caldense con una capacidad de habla que asombra y quien se presentaba como un experto para el mercado a través de Internet, y Silfredo Camargo, nacido en Valledupar y reconocido por ser, supuestamente, el “gurú de las criptomonedas”.
Los planes de inversión con los que intentaban acaparar más inversionistas iban desde los 100 dólares hasta los 10.000. Además, a las víctimas les hacían promesas como desembolsar dinero desde la chequera virtual BlockChain y hasta crear una propia billetera digital.
Onecoin, por su parte, fue descubierta hace varios meses, no está vigilada por las autoridades. Se trata de un activo que no puede ser equiparado como moneda legal en el país, ni cuenta con respaldo de un banco central, según alertó la Supersociedades en días recientes.
Dinero explica que una de las maneras de descubrir un club de inversión con características de pirámide es que funcionan como negocios multinivel, y no tienen sucursales físicas en el país. Siempre quieren trabajar de forma anónima.
Las plataformas más usadas para propagarse son Facebook, Twitter y WhatsApp.
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