El hecho, sin embargo, parece no causarle ningún tipo de vergüenza, ya que, según declaró en 2012,

Creo que todo el mundo orina en la piscina. Cuando estamos allí por dos horas, en realidad no salimos para ir al baño. Simplemente vamos cuando estamos cerca al borde”.

El argumento principal de Phelps (y tal vez de todos los nadadores profesionales) para hacerlo es que, según él, “el cloro la mata (la orina), así que no está mal”, como declaró a The Wall Street Journal hace 4 años. Así pues, parece que la desagradable práctica no es peligrosa.

Sin embargo, hay un detalle que seguramente el ‘tiburón de Baltimore’ ignora: la mezcla de orina con cloro crea una sustancia tóxica llamada cloruro de cianógeno, la cual, de acuerdo con Health Line, puede ser usada como arma química, esto en un escenario de guerra. De manera que las piscinas públicas y, por lo visto, también en las olímpicas, son el escenario ideal para producir este compuesto.

Pese a ello, un estudio realizado por Casey Johnston, de Ars Technica, le devuelve la razón el nadador norteamericano: según él, se necesita mucha (muchísima) orina en una piscina para que la nombrada mezcla sea letal. Dicho de otra manera: es necesaria la orina muy concentrada de 3 millones de personas para que ocurra una tragedia.

Así pues, no hay que temer si eso sucede, y los nadadores parecen tenerlo claro. Además, la orina no es el único desecho que nada a la par que los profesionales (o de las personas que se van de vacaciones y se refrescan en la piscina): sudor, piel muerta y otros fluidos también lo hacen.

Esperamos no haber arruinado las vacaciones de nadie.

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