“Cada frente [del Eln] tiene su propia vocería, todo se discute y está sujeto a grandes debates y reuniones”, por lo que “es más difícil alcanzar consensos” sobre los lineamientos de la organización y las negociaciones, dijo Camilo Echandía, investigador del conflicto armado y profesor del Externado, consultado por la AFP.
Además, gobierno y analistas coinciden en que el Eln, la segunda guerrilla del país y con presencia en cerca de diez de los 32 departamentos colombianos, tiene divisiones en su órgano de dirección, el Comando Central (Coce), integrado por cinco comandantes.
“Pareciera que hay distintos criterios en torno a esta negociación”, dijo a AFP el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, en septiembre.
Tienen “en entredicho la cohesión, porque a lo largo de su historia ha habido una flexibilización de los mandos, en especial aquellos con más recursos” militares y económicos, derivados del narcotráfico y la extorsión, explicó, por su parte, Echandía.
Este experto puso como ejemplo la situación del Frente Oriental, responsable del 40 % de las acciones militares del Eln y que comanda Gustavo Aníbal Giraldo, más conocido por su nombre de guerra ‘Pablito, integrante del Coce.
Del líder de este frente, que opera en la zona petrolera de Boyacá, Casanare y Arauca, diversas fuentes sostienen que ingresó a la dirección guerrillera en un intento de la comandancia para acercarlo al proceso de paz, cuya agenda de cinco puntos fue anunciada en marzo tras conversaciones secretas desde 2014.
Los diálogos estuvieron paralizados por la exigencia del presidente Juan Manuel Santos de que los guerrilleros dejaran en libertad a todos los secuestrados. En las últimas dos semanas, la insurgencia liberó a tres civiles y, antes de la instalación, de la mesa se comprometió a soltar a los últimos dos en su poder.
“Mando con mucha discreción”
El Eln tiene una estructura asambleísta y no vertical como la de las Farc.
Tanto en los diálogos como en el manejo político y militar, las Farc demostraron el control de sus unidades a través del liderazgo de su jefe máximo, Rodrigo Londoño (‘Timochenko’), y su órgano de dirección, el Secretariado, integrado por nueve líderes guerrilleros.
Pero el principal comandante del Eln, Nicolás Rodríguez, más conocido como ‘Gabino’, aunque es “el hombre jefe aceptado y respetado por todos”, “ejerce un mando con mucha discreción”, explicó a Caracol Radio monseñor Darío de Jesús Monsalve, facilitador de las conversaciones.
Sin embargo, la diferencia en la mesa de conversaciones no es solo por sus estructuras políticas y militares. Las Farc muestra una mayor capacidad de fuego con sus 5.765 combatientes, mientras que el Eln tiene 1.500.
“El desarrollo histórico de las guerrillas ha marcado la agenda de negociación”, advirtió Echandía.
Ambas agrupaciones surgieron en 1964: las Farc, después de una sublevación campesina de origen liberal que se transformó en marxista. Por su parte, el ELN, desde su nacimiento, estuvo influenciado por la revolución cubana y la Teología de la Liberación, una corriente latinoamericana en la Iglesia católica con énfasis en el acercamiento a los pobres.
“Enreda hasta un aplauso”
“El Eln es una mezcla de Marx, el Che y Jesucristo obrero, con acciones urbanas e influencia estudiantil”, afirmó Víctor de Currea Lugo, politólogo experto en el conflicto armado colombiano, que ha escrito libros sobre este grupo insurgente.
Según De Currea, mientras que la reivindicación histórica de las Farc ha sido la posesión de tierras para los campesinos, el Eln se ha abanderado temas ambientales, urbanos y de participación ciudadana que no fueron incluidos en la otra negociación.
“El Eln hace énfasis en la participación de la sociedad y busca una mesa (de conversaciones) de tres patas: gobierno, guerrilla y sociedad”, añadió.
La amplitud de temas por convenir con la sociedad hace que los diálogos tengan un “muy difícil trámite”, señaló Echandía. Y más cuando en Colombia a los rebeldes los precede el dicho ‘el Eln enreda hasta un aplauso’, que se refiere a los varios acercamientos y procesos de paz fallidos desde finales de 1980.
“De lo acordado con las Farc, el tema jurídico y de participación política sería un punto de partida con los ‘elenos’. El lío complicado está en otros puntos”, como el de la apertura de la democracia, y que los miembros del Eln “no cambian con el tiempo su visión ideológica del país; son bastante dogmáticos”, dijo Echandía.
Por Rodrigo Almonacid – AFP
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