A pesar de que el sitio que suministra la estadística técnicamente prohíbe la prostitución, ha ayudado a normalizar el trabajo sexual.
El dato (suministrado por SeekingArrangement.com) está contenido en una historia del portal ‘The Cut’, donde las protagonistas plantean que la prostitución debería ser considerada otro empleo, y abogan por su legalización.
Cada vez más mujeres se empeñan en demostrar que no se dedican al oficio por experiencias traumáticas de su infancia, sino por gusto o seguridad económica, y todo facilitado por Internet.
‘Chelsea Lane’ (nombre ficticio), universitaria de Reed College citada en ‘The Cut’, dice tener 10 clientes a la semana.
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Y todo arrancó cuando les preguntó a blogueras trabajadoras sexuales si las mujeres ‘rellenitas’ como ella podrían ser ‘strippers’.
“No me sentía atractiva o deseada, pero esas mujeres me dijeron que todos tenemos belleza y que siempre habría alguien que la apreciaría, e incluso pagaría por ella”, dijo a ‘The Cut’, agregando que solo 2 clientes, de cientos que ha tenido en sus escasos 2 años de oficio, la hicieron sentir sucia, solo porque “no me veían como una persona”.
Reagan, otra de las mujeres citadas por ‘The Cut’, dice que escogió esta línea de trabajo libremente y que, solo por medio tiempo, gana el doble. Reconoce que hay muchas que lo hacen por adicción a las drogas, porque fueron victimizadas o molestadas en su infancia o adolescencia. Pero que ese no es su caso.
Anna arrancó cuando tenía 19 años y ya completó 3 en el oficio. Al comienzo lo hizo por curiosidad, también incentivada por la información que encontró en blogs y otras páginas web. Cuando sus padres la descubrieron le dejaron de hablar y se vio obligada a continuar porque no podía pagar la matrícula de la universidad. Eventualmente, se retiró y se dedicó tiempo completo. Un cliente le ayudó a ‘profesionalizar su operación’, contactándola con una mujer que le ayudó a mejorar su sitio web, las fotos y a hacer más dinero.
“Él supo que yo era muy joven y no sabía lo que estaba haciendo. No estaba cobrando mucho, y esta mujer me ayudó a elevar mis tarifas, más del doble. Ahora cobro 500 dólares por hora como mínimo”, dijo a ‘The Cut’.
Al lado de estos testimonios que suenan a apología hay el de una mujer que los matiza, una prostituta de 65 años que ejerció durante 20.
“Casi me destruye”, dice Cherie Jimenez, quien dirige Eva Center, una organización que ayuda a las mujeres a salir del negocio, y no compra la idea de que la prostitución es algo inofensivo: “¿Desearían ellas que sus hijos estuvieran en esto?”.
Según ella, Internet puede haber facilitado la operación de las ‘jóvenes emprendedoras’, pero también incrementado las demandas de los clientes, cuyas fantasías pueden ser más violentas porque la pornografía es más violenta, llevando a la brutalidad hacia las mujeres.
Todas las mujeres que defienden la prostitución como oficio y abogan por su descriminalización tienen en común que son jóvenes, fueron incentivadas por lo que encontraron en Internet y tienen una relativamente alta formación académica. Para ellas, la imagen de la prostituta callejera (como probablemente la ejerció Jimenez) es anticuada.
‘The Cut’ recuerda que desde el 2015 Amnistía Internacional, la más prominente organización de defensa de los derechos humanos, ha defendido la descriminalización de todos los aspectos del trabajo sexual, tanto la venta como la compra.
“Después de 2 años de investigación y deliberación, dijo, ha concluido de que la completa descriminalización mejoraría el empoderamiento y protegería a las trabajadoras sexuales”, dice ‘The Cut’. Ciertamente, esta no es una posición unánime.
Como si la faltaran elementos para el debate, ‘The Cut’ también menciona la división que entre las feministas, una parte de las cuales cree que las mujeres deberían ser “agentes económicos libres, capaces de elegir en beneficio propio, empoderadas con su propia sexualidad y el uso de sus cuerpos”, y otra que cree ni siquiera que las mujeres que dicen haber elegido la prostitución (que son una pequeña fracción, dicen) lo han hecho libremente.
En un reportaje en Vanity Fair, cuyo título tiene un sugestivo “bienvenido a la nueva economía de la prostitución”, se describe a los hombres y mujeres involucrados en el trabajo sexual como “presionados por la matrícula universitaria, aplastados por los préstamos estudiantiles y el alto costo de vida”, provenientes de familias de clase media-media o media-alta azotadas por la recesión.
También describe a jóvenes que viven de lucir ropa y accesorios de marca –Chanel, Ives Saint Laurent, etc.-, que hacen lo que sea por conseguirlos.
Después de muchos rodeos, una de las entrevistadas por ‘Vanity Fair’ dice: “Si alguien te dice que no está acostándose con estos tipos, está mintiendo, incluso si es solo sexo oral, porque nadie paga por todo sin esperar nada a cambio”.
La tendencia de que mujeres jóvenes se prostituyen más por placer o por darse gustos que por necesidad pura sirvió para acuñar el término ‘sugaring’, que se refiere a las jovencitas que tienen sexo con hombres maduros y adinerados con el fin de que ellos les paguen el estudio o les compren ropa, dice la nota de Vanity Fair sobre el tema.
Incluso, existe una modalidad de servicio llamada “la experiencia de tener novia”, que más que sexo, la joven ofrece compañía, una conversación agradable e informada sobre casi cualquier tema y no se incluyen los problemas propios o las charlas demasiado personales, para lo cual se requiere una muchacha bien educada, con clase, que sepa de etiqueta, que tenga glamour y que se vea natural en su rol de novia por un rato.
Un testimonio de una mujer da cuenta de que ella nunca pensó prostituirse hasta que un hombre bastante mayor le preguntó que cuánto le cobraba por acostarse con él. Ella le dijo, como para disuadirlo: “Pues si me paga la carrera…”, a lo que el hombre respondió: “Me parece bien”.
Y volviendo al sitio web Seekingarrangement.com, su fundador, Brandon Wade, dice que lo que hace es “moderno feminismo”.
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