La madre Teresa de Calcuta, que será conocida como la santa de “los más pobres entre los pobres”, “la santa de la misericordia”, es también la primera santa premio nobel, pues recibió el galardón dedicado a la Paz en 1979.
El papa explicó que se la llamará “con dificultad santa Teresa” porque “su santidad fue tan cercana a nosotros, tan tierna y espontánea que se le seguirá llamando madre, madre Teresa”.
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Recordó que Teresa de Calcuta amaba decir: “Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír”; e invitó a llevar “en el corazón su sonrisa”.
Francisco utilizó como es habitual la formula en latín para proclamar la santidad de la religiosa, que murió en Calcuta en 1997, y pedir que fuese inscrita en los libros de los santos de la Iglesia.
El prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, el cardenal Angelo Amato, acompañado del postulador de la causa, Brian Kolodiejchuck, presentó a Francisco la petición de canonización de la madre Teresa.
A lo que el papa pronunció la fórmula en latín: “En honor de la Santísima Trinidad, por la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y de los santos apóstoles Pedro y Pablo, después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina, y escuchando el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santa a la beata Teresa de Calcuta”.
Y continuó: “y la inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sea devotamente honrada entre los santos”.
Tras la proclamación se oyó un fuerte aplauso en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde se han congregado 100.000 personas.
Después se llevó hacia el altar una reliquia de la santa, unas gotas de sangre contenida en un especial relicario tallado en madera con forma de cruz.
La madre Teresa de Calcuta se convierte en santa 19 años después de su muerte, el 5 de septiembre, y tras un rápido proceso de canonización ya que fue proclamada beata el 19 de octubre de 2003 en otra ceremonia multitudinaria en el Vaticano.
Un proceso para el que se han necesitado dos milagros aprobados -uno para la beatificación y otro para la canonización- y que han sido la “curación inexplicable” de una mujer india de religión animista, Mónica Bersa, de 34 años, que padecía un tumor en el abdomen del que sanó en 1998, y del brasileño Marcilio Andrino, que se curó de una grave infección cerebral en 2008.
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