La tradición ‘Empaitada d’ànecs’ (persecución de patos en catalán) se venía celebrando cada agosto en el municipio desde 1918 y consistía en lanzar a unos cincuenta patos al mar para que fueran atrapados por los bañistas que, si los devolvían a la playa, recibían un premio.

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Tras años de presión de los grupos animalistas, el ayuntamiento se vio forzado a prohibir la celebración después de un incidente ocurrido el pasado agosto, cuando una de los participantes agredió con uno de los patos a una activista que protestaba contra la tradición.

Las imágenes, filmadas por la propia activista, se hicieron virales, sembrando la indignación entre los internautas. Una petición publicada en el portal Change.org reclamando su prohibición porque “genera sufrimiento, miedo y angustia” a los patos recogió casi 80.000 firmas.

“Los tiempos cambian y la misma sociedad nos están llevando por otros caminos”, reconoció la alcaldesa del municipio, Montse Mindan.

La moción, aprobada el martes por un solo voto de diferencia, prohíbe las fiestas con animales en el municipio, poniendo fin tanto a la persecución de patos como a otra popular tradición de Roses, los encierros con vaquillas.

“Nadie entendía que hoy en día se siguieran haciendo todavía espectáculos con animales. Esta moción es un motivo de celebración”, dijo Magda Pujol, impulsora de la petición de Change.org.

Los festejos con animales son cada vez más criticados en España, especialmente los relacionados con la tauromaquia. Desde 2010, las corridas de toros están prohibidos en la región de Cataluña y cada vez son más los municipios de otras regiones españolas que se declaran antitaurinos.

AFP