“Los talibanes continúan siendo una amenaza ( ) Las fuerzas de seguridad afganas todavía no son lo suficientemente fuertes”, subrayó Obama en una declaración en la Casa Blanca, en presencia del jefe del Pentágono, Ashton Carter y del jefe de estado mayor conjunto, general Joe Dunford.
La Casa Blanca se había comprometido a mantener en 2017 unos 5.500 soldados en un reducido número de bases en Afganistán, entre ellas la de Bagram (cerca de Kabul), Jalalabad (este) y Kandahar (sur).
“La decisión que adopto hoy permitirá a mi sucesor apoyarse en bases sólidas para continuar avanzando en Afganistán y tener la flexibilidad necesaria para responder a la evolución de la amenaza terrorista”, señaló Obama, elegido en 2008 con la promesa de poner fin a las guerras en Irak y Afganistán.
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“No dejaré que Afganistán sea usado como refugio de terroristas”, advirtió el presidente, retomando la fórmula ya usada en varias oportunidades.
Aunque la vasta intervención militar desencadenada luego de los atentados del 11 de setiembre de 2001 en Estados Unidos se dio por finalizada oficialmente en 2014, Obama estuvo presionado para aplazar en varias ocasiones el calendario de retirada de sus tropas.
Las primeras conversaciones directas entre el gobierno de Kabul y los talibanes tuvieron lugar en julio de 2015, pero la segunda sesión fue aplazada luego del anuncio de la muerte del líder y fundador del movimiento, el molá Omar.
Los insurgentes condicionan la reanudación de las negociaciones al retiro de los cerca de 13.000 militares extranjeros que continúan desplegados en Afganistán.
Más de 2.300 soldados estadounidenses han perdido la vida en la intervención en Afganistán.
AFP
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