En total, 185 personas perdieron la vida el año pasado defendiendo sus tierras y su medio ambiente en 16 países, es decir un aumento de cerca del 60% con relación al anterior, lo cual lo convirtió en el peor de la historia.
Las cifras fueron publicadas este lunes por Global Witness, que identificó a Brasil como el país más peligroso para los defensores de la ecología. Le siguen Filipinas, con 33 muertos en 2015, Colombia (26), Perú (12) y Nicaragua (12).
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“La violencia se ha legitimado como una parte normal de la política. Informalmente, se ha vuelto ‘aceptable’. Tras 10 años trabajando en la Amazonía, nunca he visto una situación tan mala”, dijo el conservacionista brasileño Felipe Milanez, citado en el documento.
El informe denuncia además la muerte de 10 activistas en Guatemala, 8 en Honduras y 4 en México, entre otros.
Según Global Witness, 67 de los defensores de la tierra y el medio ambiente asesinados el año pasado pertenecían a comunidades indígenas, lo que también supone la cifra más alta de la historia.
“Cada vez hay más empresas que invaden la tierra de los indígenas y silencian a quienes se oponen a sus planes de extraer recursos naturales”, advierte.
Las industrias extractivas y minera estaban relacionadas con la mayoría de los asesinatos de 2015, con 42 casos (un aumento de casi el 70 % desde 2014).
Los índices más altos se dieron en Perú (11), Filipinas (11) y Colombia (7). Muchas de las quejas contra la minería se referían a la negativa de empresas a consultar a comunidades locales sobre proyectos que afectarían a sus tierras y entorno.
“Uno de los factores subyacentes a todos los asesinatos fue la presión sobre la propiedad, el control o el uso de la tierra y muchas comunidades rurales se vieron sometidas a una violenta represión por parte de terratenientes y empresas con más poder que ellos”, agrega el informe.
Las plantaciones agroindustriales a gran escala estaban relacionadas con 20 casos, principalmente en Filipinas (7) y Brasil (7), seguidos de Indonesia y Tailandia.
Otro factor de 15 asesinatos fue la tala, generalmente asociada a madereros ilegales que habían entrado en áreas protegidas o territorios indígenas.
AFP
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