Un manifiesto publicado por la revista científica Nature, probablemente la de mayor credibilidad del planeta, dice que la ciencia está atravesando una etapa de baja de credibilidad porque muchos de los estudios y experimentos científicos carecen de ‘reproducibilidad’, es decir, que otros científicos puedan comprobarlos antes de darlos como ciertos.
Esta denuncia es reproducida por el diario español El País, que cita al médico investigador John Ioannidis, de la universidad estadounidense de Stanford, quien dijo en el 2013 que un 95 % de los estudios modernos resultan ser “falacias sin rebatir”.
Por su parte, el manifiesto publicado por Nature revela que 9 de cada 10 científicos reconoce que “hay una crisis de reproducibilidad de la ciencia”, lo cual también es reproducido por El País.
Muchos de los estudios, dice Nature, no aportan nada valioso y no suministran los datos brutos que les permitan a otros científicos y académicos reproducir, y la culpa de ello recae en las universidades, las revistas científicas y muchas empresas que patrocinan dichos estudios, a menudo con intereses individuales.
Con frecuencia, no es que todos estos estudios estén mal hechos o que no aporten, sino que su comprobación es limitada por lo complicado o costoso de los procedimientos.
El País de España entrevistó a Juan Lerma, del Instituto de Neurociencias de Alicante y editor de la revista Neuroscience. El investigador pone el ejemplo de un estudio sobre nuevos neurotransmisores en la parte del cerebro que controla la memoria.
Lerma dijo en la entrevista que tuvieron que pasar 5 años antes de que otro equipo científico pudiera confirmar la existencia de dichos neurotransmisores, debido en parte a que muy pocos científicos dominan las técnicas que requiere el procedimiento.
Otro ejemplo citado por Nature proviene de la documentación del científico estadounidense Thomas Levenson, quien señala un típico error y sesgo en el que con frecuencia incurren los investigadores, como un grupo de astrónomos que dijo estar convencido de haber visto el planeta Vulcano (que no existe), influenciado por el hecho de que había teorías que predecían su existencia.
Finalmente, el manifiesto de la revista Nature hace un llamado a que los científicos dejen de autoengañarse y a que no abandonen el rigor de la investigación.
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