Rafael Uribe Noguera salió del edificio en el que residía (Equus 64) en una camioneta gris, de placas DBO 960, según captó una cámara de seguridad de la zona.
Se dirigió al barrio Bosque Calderón en la localidad de Chapinero (nororiente de Bogotá), y a las 9:12 a.m. se detuvo frente a la casa donde vivía la menor Yuliana Andrea Samboní, de 7 años, que estaba acompañada de otros 2 menores de edad.
Le dijo a la niña que se acercara para hacerle una pregunta, pero, según el testimonio de uno de los menores, la agarró de los brazos y el cabello, y la subió al carro a la fuerza.
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A las 9:30 a.m., Uribe Noguera llegó con la niña al edificio donde él vivía (Equus 64), en la camioneta, y a los pocos segundos volvió a salir. Diez minutos después, se registró el ingresó del mismo vehículo al edificio Equus 66, donde su familia tiene un apartamento que estaba en arriendo.
El sujeto parqueó el vehículo en el sótano y subió con la menor al apartamento 603. Antes, le pidió al portero Fernando Merchán (fallecido) que no dejara ingresar a ninguno y negara su estadía en el sitio.
A las 11:00 a.m., el hombre recibió un domicilio con cigarrillos, un encendedor y aceite de cocina. 40 minutos más tarde salió del lugar y al mediodía regresó vestido con ropa diferente y una maleta.
Las autoridades lograron establecer que Uribe Noguera, durante el tiempo que estuvo solo en el apartamento con la niña, la sometió a actividades sexuales. Le rasgó las vestiduras, le ató una prenda interior femenina color rojo a la cintura “con un moño como si fuera un regalo” (la cual desapareció misteriosamente), la torturó, estranguló y la accedió sexualmente. Todo lo cometió cuando la niña aún estaba viva, según el reporte forense.
“Una vez raptada, a los ojos del procesado Yuliana Andrea perdió su esencia de niña y se convirtió en el objeto de la desmedida satisfacción sexual del procesado. No en vano, fue privada de la libertad, lacerado su cuerpo, penetradas sus cavidades corporales con descomunal violencia hasta provocar el desgarro de los tejidos. Fue ungido su cuerpo con aceite de cocina para el incremento de la excitación sexual de su victimario”, relató la juez del caso.
“Anuló por la fuerza cualquier suplica de auxilio de la niña cuando era el objeto de su feroz erotismo, cubriendo su boca e impidiendo que entrara aire a su cuerpo […] padeció mientras se le llevó a la asfixia por estrangulación”, añadió la juez.
En la tarde, una cámara captó al sentenciado cuando salía del edificio Equus 66, en compañía de sus 2 hermanos Catalina y Francisco Uribe Noguera.
A las 8:20 de la noche, el Gaula de la Policía se enteró, por indicaciones de Francisco, que el cuerpo de la menor estaba en la caja del jacuzzi. Estaba desnudo y bañado en aceite.
Durante la inspección, miembros de criminalística determinaron que el cadáver tenía los siguientes signos:
“Abrasión (herida) en el dorso de la nariz, abrasión en región masorética al parecer por mordida, abrasión en auricular derecho. Inflamación en zona vaginal y anal con presencia de sangre. Surco de presión en región hioidea (cuello)”.
La jueza concluyó que el secuestro y asesinato de Yuliana Samboní ocurrió bajo el estado de conciencia de su agresor, pese a que él negó recordar lo que sucedió por el consumo excesivo de drogas y bebidas alcohólicas.
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