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Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     Abr 18, 2024 - 11:49 am

Después de agitar la idea de una constituyente para solucionar los problemas políticos y económicos en Colombia, el presidente Gustavo Petro propone ahora un plebiscito para resolver la grave crisis en Venezuela. Los dos mecanismos tienen en común que apelan a la ciudadanía, es decir, al constituyente primario, para plantearle uno o varios problemas con eventuales salidas y que la gente decida. Pero más allá de la conveniencia y factibilidad de esos mecanismos acá o allá, queda claro que el mandatario colombiano acepta algo que el mundo democrático viene denunciando desde hace rato.

(Le interesa: EE. UU. le pegó donde más le duele a Maduro por asedio a la oposición en Venezuela)

En medio de la visita que hace el país el presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva, los dos mandatarios ofrecieron una rueda de prensa en la que se esperaba que ambos hablaran de las elecciones en Venezuela, pues este mismo miércoles se supo que Estados Unidos restablecía las sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro por incumplir los Acuerdos de Barbados, en los que se había comprometido a permitir la participación de la oposición en las elecciones de este año.

Las sanciones, que impiden a las empresas hacer negocios con el sector petrolero y de gas de Venezuela, confirman que Nicolás Maduro no cumplió con esos acuerdos, por ejemplo, al inhabilitar a la líder opositora María Corina Machado e impedir la inscripción de su sucesora, Corona Yoris, además de perseguir, desaparecer y encarcelar a coordinadores de la campaña de Machado y a otros defensores de derechos humanos. Es claro también que Joe Biden se dio cuenta de que le dio mucho a Maduro (como entregarle a su señalado testaferro, el colombiano Álex Saab) y no recibió nada.

Todas esas circunstancias han refrendado la idea de que lo que hay en Venezuela no es una democracia, sino una dictadura, una situación en torno a la cual se han polarizado las naciones democráticas del mundo y las que, con regímenes similares a los de Venezuela o por ser de izquierda, defienden a Maduro o simplemente callan.

En la rueda de prensa, el presidente Petro admitió que sí había conversado con Lula da Silva sobre el tema. “Hemos hablado también de Venezuela”, dijo, y recordó que “es noticia”. Informó asimismo que le transmitió al presidente Lula “una propuesta, que fue transmitida al presidente Maduro, a la oposición, que está siendo discutida, aún sin un desenlace concreto, pero que tiene que ver con una posibilidad de un plebiscito en las elecciones que se avecinan” en Venezuela, el 28 de julio.

Por supuesto, el jefe de Estado colombiano no dio detalles, pero indicó que ese plebiscito buscaría “un pacto democrático que garantice para cualquiera que pierda en esas justas electorales certeza y seguridad sobre su vida, sobre sus derechos, sobre las garantías políticas que cualquier ser humano debe tener en su respectivo país”.

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Quizás eso no sea suficiente para entender la dimensión completa de la propuesta, pero tal vez sí alcance para entender qué piensa en realidad el presidente Petro sobre la situación de Venezuela. No se trata de una interpretación. Se trata de lo que en pragmática del lenguaje se conoce como ‘implicatura’ (no implicación), y que hace referencia a informaciones que el emisor de un mensaje hace manifiestas sin expresarlas explícitamente.

De la propuesta de un plebiscito para que en Venezuela haya “un pacto democrático” que garantice al perdedor de las elecciones “certeza y seguridad sobre su vida, sobre sus derechos” se desprende que, en ese país, en la actualidad, el derecho a la vida y los demás derechos y garantías políticas efectivamente no están resguardados. Si eso no existe, no hay democracia, y si no hay democracia…

No es necesario que el mandatario colombiano lo admita abiertamente. Resquebrajaría la fuerte relación que tiene con Maduro. Otros líderes de la misma izquierda, como el presidente chileno Gabriel Borich, lo han dicho abiertamente y han tomado distancia, más ahora cunado se señala que el secuestro y posterior asesinato del teniente (r) Ronald Ojeda Moreno en Santiago fue orquestado desde Venezuela.

Otra arista que le surge al tipo de régimen que gobierna a Venezuela admitido tácitamente por el presidente Petro es que Colombia fungirá de garante en las elecciones presidenciales previstas para julio. No se entiende cómo Colombia garantiza y da aval a unos comicios que el mismo Petro acepta se harían en circunstancias irregulares.

Maduro, también en la onda de las constituyentes, acaba de plantear una para establecer la cadena perpetua (en Venezuela la pena máxima por cualquier delito es de 30 años de cárcel) e inhabilitaciones políticas de por vida para delitos de corrupción y traición a la patria. Si su régimen califica de “secta” a Vente Venezuela, partido opositor de Machado (a la que también veja diciéndole “payasa”), y a sus miembros de “terroristas” (por eso, los persigue, desaparece y encarcela), es claro que su iniciativa no busca fortalecer la idea de democracia, sino la de dictadura, un régimen ante el cual muchos prefieren mirar para otro lado.

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