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Admite en el escrito que sus razones para no hacerlo van desde las más frívolas hasta las más metafísicas, “o sea, las mismas que surgen para tenerlos”.
Sus planteamientos, sin embargo, tienen un dejo de existencialismo, pesimismo, en relación con el ser humano: “No soy una admiradora fiel de la raza humana, no creo que seamos la última maravilla, y quizás por esa temprana desilusión no floreció en mí el anhelo por multiplicarla”, sostiene.
“No me entusiasmó ver repetidos mis genes en una criatura para trascender y conseguir ser un poquito menos inmortal o vacunarme contra el olvido”, agrega, y lanza una sentencia lapidaria: “La egolatría de nuestra especie causa tantos hijos innecesarios como la pobreza”.
Sus reflexiones sobre hijos la llevan, cómo no, a su propio origen y a su mamá, a quien, al parecer, en algún momento culpó por haberla tenido: “Aun sintiendo de esta forma, celebro las familias felices y amorosas como la mía, y ya perdoné a mi madre por haberme parido”.
Para ella, “así como el deseo de tener hijos es un impulso natural que no puede intelectualizarse, también es natural que algunos no recibamos ese llamado”.
En las redes comentaron favorablemente la postura de De Francisco:
Lo que plantea De Francisco es una tendencia reconocida, pues, por ejemplo, cada vez son más los matrimonios jóvenes que no incluyen hijos en sus planes de vida. “Ellos no creen que la felicidad se encuentra en formar una familia y viven plenamente sin ella. Hasta hace unos años el modelo impuesto era que tener hijos era una consecuencia inevitable de cualquier matrimonio (a menos de que no pudiera), y las personas sin ellos eran vistas como ‘incompletas’ o ‘tristes’”, recoge el portal vidaplena.com.
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