author
Escrito por:  Fredy Moreno
Editor jefe     May 10, 2024 - 11:03 am

Entender a cabalidad qué es lo que quiere decir el presidente Gustavo Petro, principalmente en cuestiones relativas a cambiar la Constitución de Colombia y a su intención de dejar o no el poder cuando termine su mandato constitucional en 2026, tiene al país inmerso en una constante zozobra estimulada además por el permanente llamado del mandatario a que sus seguidores salgan a la calle a defenderlo, especialmente cuando estallan graves escándalos en su entorno más próximo.

(Le interesa: “Cachacos”: el otro artículo que no observa Petro de la Constitución que quiere cambiar)

De hecho, quizás esa, la del pueblo, sea una de las más recurrentes figuras a las que apela el presidente, y que arroja muchas confusiones. El pueblo para el jefe de Estado solo son sus seguidores, y, cuando lo menciona, busca dar a entender que se trata de todos los colombianos de estratos bajos, entre los cuales, claro está, hay muchos que no están de acuerdo con su gestión, lo cual quedó probado en las marchas del 21 de abril, que él, sin embargo, denominó “de la muerte” o “de la oligarquía”.

El priesidente siempre reclama que los once millones de colombianos que votaron por él lo hicieron dándole el mandato de adelantar las reformas que propuso. Pero hay que recordar que, de esas reformas, durante la campaña, solo se conocieron sus nombres, y no su contenido específico. Además, de esos once millones de votos, más de la mitad votaron por Petro para que no ganara el ingeniero Rodolfo Hernández. Tampoco se puede desechar que otros once millones de colombianos no votaron por el hoy presidente, sino por otros candidatos.

En todo caso, ganó las elecciones y tomó posesión como presidente de la República. Eso lo ha acatado todo el país, que respetará su periodo constitucional de cuatro años. Otra cosa es que el mandatario enfrente con relativa frecuencia escándalos, por los cuales debe responder, pero ante los cuales siempre saca de la manga sus cartas de “golpe blando”, de agitación en las calles y animar las dudas sobre si entregará el poder o no.

Recién se supo que dos magistrados del Consejo Nacional Electoral habían radicado una ponencia para que ese organismo electoral abra una investigación contra el presidente Petro (no en su calidad de mandatario, sino de candidato), contra su gerente de campaña (el actual presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa), y contra algunos veedores, por presunta violación en los topes de financiación de esa campaña, el jefe de Estado se dirigió al país con una faceta (quizá la que toda Colombia siempre espera de él) que remarca su a veces indescifrable apariencia.

¿Qué quiere decir el presidente Gustavo Petro?

En una alocución radiotelevisada, como muy pocas veces lo hace, es decir, no retransmitiendo discursos anteriores, el presidente Petro se dirigió a los colombianos de manera concreta, sin extenderse y, sobre todo, pausada. El mandatario, que es muy dado a improvisar, leyó su discurso con mucho cuidado porque sabía que se dirigía a todo el país, no solo a ese pueblo que él considera suyo y al que le habla en tono altisonante, provocador y desobligante en escenarios alejados de Bogotá.

En esos escenarios, aunque en apariencia es enérgico, el discurso del presidente Petro es a la vez sinuoso para el resto del país, que, al oírlo, entiende que el mandatario trata de ocultar, o por lo menos no es muy claro en el propósito que tiene. Es allí donde manifiesta con más insistencia sus conceptos de “poder constituyente” o “proceso constituyente”, que nunca ha definido con precisión, pero cuyo sustento teórico se puede desenmarañar en los trabajos del filósofo italiano Antonio Negri, de donde el jefe de Estado se nutre.

Tampoco ha sido claro para el país qué quiere decir cuando pide que se organicen las coordinadoras de las fuerzas populares en cada municipio, en cada barrio, en cada vereda, en cada cabildo indígena, en cada comunidad afrodescendiente. Esto, para muchos, no es más que una convocatoria a una guerra civil y un anuncio de que permanecerá en el cargo hasta cuando él quiera. En Colombia, habla de “golpe blando”, pero en el exterior habla de “golpe de Estado” en curso y convoca a los ciudadanos “progresistas” para que inicien campañas con el fin de rechazarlo.

Lee También

En medio de un estado de exaltación, en Cartagena, en el marco de las jornadas del Gobierno en barrios populares, el presidente Petro aseguró en uno de los más agresivos discursos pronunciados desde cuando llegó a la presidencia: “Yo seguiré hasta donde el pueblo diga. Si el pueblo dice más adelante, más adelante iré; sin ningún temor, sin ningún miedo”, con lo cual volvió a avivar las dudas sobre su real deseo de entregar el poder apenas culmine su periodo constitucional, en 2026.

Pese a que el mensaje fue claro para el país, el mandatario salió después a tratar de calmar las aguas: “Dije que seguiré adelante hasta donde el pueblo diga. Seguir en el poder es un problema de adictos al poder que cambian articulitos”, escribió en X, y después precisó, como quien le pone un paño de agua fría a una persona encendida en fiebre para calmarle el terrible malestar: “Seguir adelante es profundizar las reformas democráticas hasta donde el pueblo diga”.

Pero sus cambios de parecer con respecto a la Constitución ya tienen minado su discurso. El presidente es objeto de señalamientos permanentes por haber prometido en campaña que no tocaría la Constitución, y en el ejercicio de su mandato anunciar que sí busca modificarla; y por haber jurado cumplir esa Carta Política, pero no seguir los procedimientos ordenados en ella para reformarla. Tampoco cumple el mandato constitucional de ser el símbolo de la unidad nacional, sino ahondar en cada una de sus intervenciones las diferencias que necesariamente existen en una nación, antes que tender puentes e intentar superarlas.

Ante el hecho de que tampoco es claro para el país qué significa que el jefe de Estado convoque a las “coordinadoras de fuerzas populares” para responder a los supuestos intentos de golpe en su contra, la senadora María Fernanda Cabal interpuso una tutela exigiéndole “respuestas coherentes”. El Consejo de Estado acogió favorablemente ese recurso de la legisladora y le dio un plazo de 48 horas al presiente Petro para que explique con claridad el concepto.

Aunque la tutela fue interpuesta en relación con un trino del mandatario en febrero pasado, en el que solicitó “organizar las coordinadoras de fuerzas populares en cada municipio y departamento”, porque “todo intento de golpe o violencia será respondido por la movilización popular general”, y “el movimiento popular debe ganar más capacidad de decisión y poder en este Gobierno”, la decisión del Consejo de Estado sienta un precedente para que, en adelante, el mandatario se exprese con más claridad para todo el país.

El farragoso discurso del presidente, exaltado por auditorios que le aplauden todo, así no lo entiendan, quedó expuesto nuevamente en una intervención de las últimas horas en la que dijo: “Público o público es repúblico. Colombia es una república, es decir, pública y pública. El dinero público fortalece lo público […]”. Improvisar tanto y hacer juegos de palabras no siempre bien logrados conlleva riesgos no solo relativos a la comunicación efectiva entre un político y sus seguidores, sino entre un presiente y la Nación que gobierna, que se puede encender por la opacidad de los mensajes.

Lee todas las noticias de nación hoy aquí.