En realidad, es empobrecimiento del idioma, el cual está bien hecho.

En Bucaramanga ─para quienes no residen en esta ciudad─ existen dos entidades oficiales que coinciden en sus siglas, mas no en sus nombres, menos en sus funciones. Ello movió a los publicistas que diseñaron el logotipo de una de esas empresas a introducir diferenciación en la presentación de su sigla.

Esas entidades son el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga y el Área Metropolitana de Bucaramanga. Al tenor de las normas vigentes sobre la escritura de las siglas, ellas deben escribirse: AMB. No obstante, a alguien se le ocurrió la «genialidad» de montarle al Acueducto Metropolitano de Bucaramanga las letras amb, como sigla, con el argumento de que así se la diferencia de su sigla homónima. ¡Vaya profundidad de conocimiento idiomático! Es como la venta del sofá que hizo el marido engañado porque en él su mujer le era infiel.

La norma vigente sobre escritura de las siglas no admite diferenciaciones porque los nombres de las instituciones no son las siglas, lo son las razones sociales completas. Además, en el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga bien pudieron suprimir la sigla, pues no es obligatorio tener una; el esencial es el nombre completo de la empresa. El asunto es que los nombres Acueducto Metropolitano de Bucaramanga y Área Metropolitana de Bucaramanga no se parecen, solamente coinciden sus iniciales; luego no se confunden. Entonces no cabe diferenciación alguna en sus siglas. Esa tesis, rebuscada, además, es de los publicistas, que no consultan nunca un libro de gramática, y a sus locuras las llaman «creatividad»; en realidad, es empobrecimiento del idioma, el cual está bien hecho. Olvidan quienes manipulan textos y diseños en el mundo de la publicidad que ellos también están incluidos en el ámbito de la comunicación escrita, por ende, también les debería interesar el conocimiento de las normas que rigen el idioma español para que hagan el esfuerzo de ceñirse a ellas y lo respeten en su esencia pura y correcta. De paso, ¡para que no queden como descuidados!

Una salida facilista como esa apenas logra dos cosas: 1. Trasgredir a contrapelo la norma ortográfica vigente sobre la escritura de las siglas. 2. Procurarle una imagen negativa a la empresa «asesorada» ─en este caso el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga─, pues es ella la que aparece violando la norma ortográfica; el «creativo» no es mencionado en ninguna parte.

Aunque coincidan por las iniciales de sus nombres, tanto la sigla del Acueducto Metropolitano de Bucaramanga como la del Área Metropolitana de Bucaramanga deben escribirse en mayúsculas: AMB. Sobre todo, la del acueducto, que es la empresa trasgresora (su culpa radica en haber contratado al asesor equivocado). Por qué, se preguntarán muchos. Porque cuando la sigla no pasa de cuatro letras en su composición, se usan mayúsculas sostenidas; si sobrepasa ese número, se escribe solamente la inicial en mayúscula y las demás letras en bajas (minúsculas). Dos acrónimos como ejemplos: Caracol (Cadena Radial Colombiana); Ecopetrol (Empresa Colombiana de Petróleos). No es aceptable la argumentación de algunos: «Es que la sigla del Acueducto de Bucaramanga es distinta». Esa es una explicación bastante infantil. Un capricho no modifica una norma nunca.

Hay otros casos de homonimia en las siglas, si bien son muy escasos. Conozco otra coincidencia semejante a la aquí citada, se da en España. Es la de LAU. Su primer desglose corresponde a Ley de Autonomía Universitaria; y el segundo a Ley de Arrendamientos Urbanos. Pero en estos dos casos las personas involucradas con cada sigla las escribieron en mayúsculas, como indica la norma idiomática.

Para concluir: ese tipo de signos lingüísticos no pueden alterarse caprichosamente por el criterio de los legos, que, generalmente, adoptan grafías que riñen con la normativa vigente. Aunque provengan de empresas muy «afamadas». Imagínese el lector que a un grupo de ciudadanos le diese por adoptar sus propias reglas para contravenir las que dicta su Gobierno. ¡Desaparecería el orden! Toda norma es respetable (aunque no guste), y es deber de todo buen ciudadano acatarla.

¡Hablar y escribir bien es el reto de hoy!

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