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Unos 4.400 atletas discapacitados se preparan para participar en los XVII Juegos Paralímpicos, que se celebran en París hasta el 8 de septiembre. Entre ellos, los atletas con discapacidad mental representan sólo el 5% de los participantes en los Juegos. A pesar de los esfuerzos de las distintas autoridades, los avances son limitados.
Por Mathilde Lavigne
En esta nueva edición de los Juegos Paralímpicos, que se celebrarán del 28 de agosto al 8 de septiembre de 2024, sólo participan 120 atletas con discapacidad mental entre los otros 4.400 competidores de deportes para discapacitados, es decir, personas con discapacidad motriz o sensorial. El mismo número participó en la anterior edición de Tokio. Aunque es demasiado tarde para depositar esperanzas en París 2024, las federaciones deportivas y el Comité Paralímpico Internacional (CIP) trabajan duro con Los Ángeles 2028 en el punto de mira.
Pero se enfrentan a una serie de problemas: procesos que duran demasiado, falta de visibilidad y, por tanto, de recursos financieros, y el hecho de que los atletas estén incluidos en una única clase – “discapacidad intelectual”-, a diferencia de otros competidores con discapacidad física. “La dificultad estriba en que sólo tenemos una clase que es un poco un cajón donde se mete de todo, la de discapacitados intelectuales, que excluye de hecho a los discapacitados intelectuales con una discapacidad adicional”, explica Marc Truffaut, Presidente de la Federación Francesa de Atletas con Discapacidad Intelectual (deporte adaptado). La elegibilidad de los deportistas se basa en varias pruebas. Su coeficiente intelectual (CI) debe ser inferior o igual a 75, lo que determina una discapacidad intelectual, según la Organización Mundial de la Salud.
Primeros Juegos en 1996 antes de un abrupto parón
El camino siempre ha sido difícil. Los primeros Juegos Paralímpicos se celebraron en Roma en 1960. No fue hasta 1996, en Atlanta, cuando el “deporte adaptado” estuvo por fin representado. Pero este impulso a la inclusión duró poco. En los Juegos de Sídney 2000, un equipo español de baloncesto ganó la medalla de oro a pesar de que diez de los doce jugadores supuestamente discapacitados mentales eran en realidad sanos. Este escándalo provocó la exclusión total del deporte adaptado. “Todavía estamos pagando el precio de aquella trampa. Fue el comienzo del deporte adaptado en el movimiento paralímpico y, de repente, se detuvo. No se castigó a los culpables, se castigó a todos”, lamentó el presidente de la federación francesa.
Tras esta exclusión, los distintos organismos, incluida la Federación Internacional de Deportes Adaptados (Virtus) y su rama francesa, tuvieron que desarrollar, normalizar y reforzar el sistema de elegibilidad y clasificación de las discapacidades. Fue un largo proceso que desembocó en la decisión del Comité Paralímpico en 2009 de reintroducir el deporte adaptado en los Juegos Paralímpicos.
El regreso real tuvo lugar en Londres en 2012, con sólo tres disciplinas abiertas en los Juegos: tres pruebas en atletismo, tres en natación y sólo una en tenis de mesa. “El IPC quería que hubiera más pruebas para personas con discapacidad intelectual. Salvo que hay una especie de numerus clausus para los Juegos Paralímpicos que fija el Comité Internacional”, prosigue Marc Truffaut. El truco está en convencer a las federaciones internacionales, que son las que toman las decisiones.
Desde hace doce años, los atletas con discapacidad intelectual han demostrado un nivel de rendimiento muy alto, lo que da legitimidad a esta petición. Pero es un proceso muy largo. Los atletas que se formen y se manifiesten no serán necesariamente los que se beneficien y participen en estas grandes competiciones. “El Comité Internacional, que determina el número de atletas presentes en los Juegos Paralímpicos, se opone a la creación de una categoría adicional. Para añadir una, habría que suprimir un tipo de discapacidad [física, nota de la redacción] o una prueba”, explica Jean-Pierre Garel, investigador asociado al laboratorio culturas-educación-sociedad de la Universidad de Burdeos.
Los paraatletas con síndrome de Down, ausentes de los Juegos
Como sólo está en vigor la categoría de “discapacidad intelectual»”, los discapacitados intelectuales con discapacidades adicionales, como las personas con síndrome de Down, simplemente no pueden participar. “Los deportistas de alto nivel con síndrome de Down llevan muchos años reclamando una clasificación específica adaptada a su situación”, señala Jean-Pierre Garrel.
La nadadora francesa Marie Graftiaux es un buen ejemplo. A pesar de su impresionante palmarés -campeona del mundo de 200 m mariposa, de 100 m mariposa con récord mundial, y de 200 m braza este año-, Marie Graftiaux sólo participará en los Juegos Paralímpicos de París como voluntaria. Su único consuelo será ser portadora de la antorcha en la ceremonia de apertura, el 28 de agosto.
Virtus Global Games, juegos para deportistas con discapacidad intelectual
En 2023, esta nadadora de 29 años se proclamó campeona del mundo de 400 m medley en los Virtus Global Games, los campeonatos para atletas con discapacidad intelectual. La competición, celebrada en Francia el año pasado, atrajo a casi 1.000 participantes de 44 países. A diferencia de los Juegos Paralímpicos, hay tres categorías para distinguir a los atletas según su discapacidad: discapacidad intelectual, síndrome de Down y personas del espectro autista. “Si tuviéramos estas tres clases en los Juegos Paralímpicos, permitiría que participara más gente”, afirma Marc Truffaut. Esta competición es tanto más importante cuanto que sirve de clasificación para los Juegos Paralímpicos.
La Federación Internacional Virtus va a pedir que se incluya el baloncesto 3×3 en los próximos Juegos Paralímpicos de 2028, así como otras disciplinas individuales. En cuanto a los Juegos de Invierno, queda todo por hacer. Mientras que el deporte adaptado no estará presente en Italia en 2026, el reto es convencer a la Federación Internacional de Esquí para los Juegos de los Alpes franceses en 2030. Las conversaciones están en marcha, según el Presidente de la Federación Francesa de Deporte Adaptado: “Podemos trabajar junto a ellos y ofrecer nuestra experiencia. Tenemos que confiar en los deportistas”.
Pero aún quedan prejuicios por deconstruir. La Federación Internacional de Esquí cree que es peligroso pedir a un discapacitado intelectual que suba a un telesilla. “Todavía estamos en esa fase”, lamenta Marc Truffaut. ” Los deportistas se preparan y son reconocidos como deportistas de alto nivel en Francia. Es una excusa, pero no un argumento”, agrega.
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